martes, 11 de enero de 2011

14

El sexo es como la mentira. Los dos causan adicción.
Anne y yo formamos (pasado) un gran equipo. Ambos aprendimos mucho al lado del otro. Anne me enseñó todo lo que sé sobre sexo, bastante poco. Yo, por mi parte y por no ser descortés, le mostré todo mi catálogo de mentiras. Recibió todas y cada una de ellas hasta que se las aprendió todas y decidió no saber más. Se fue.
Fueron muchos años los que vivimos juntos, no quiero recordar cuántos porque sólo de intentarlo mis entrañas se remueven de dolor. Fui un absoluto cretino por pensar que la goma de la mentira podía estirarse hasta el infinito y no pensar que un día estallaría. Un día, era el trabajo que me requería, otro, algún amigo que me persuadió, otro, una rara enfermedad que me atosigaba…
Es increíble lo retorcida que puede ser la mente humana; cuando todo va sobre raíles nos empeñamos en buscar incidentes que puedan perturbar la situación, sin darnos cuenta de la maravilla que estamos viviendo. En cambio, cuando echamos en falta algo o a alguien, nos encargamos de idealizar esa ausencia y convertirla en indispensable para nuestra felicidad.
Creo que Anne rehízo su vida y tuvo sus ansiados hijos, ésos que yo no quise darle. Se merecía una buena vida. Desconozco si la consiguió.

No hay comentarios:

Publicar un comentario