sábado, 15 de enero de 2011

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Si hoy me dijeran, John elige entre la amistad, el amor y un elevado nivel de vida, no dudaría hacia dónde dirigirme.
Al elevado nivel de vida le desestimo desde el momento en que lo escribo. Primero, porque lo de elevado es relativo y, segundo, porque cuanto más tienes más quieres y cuanto más quieres más necesitas. Eso te convierte en un inconformista redomado que no valora lo que posee y cuya felicidad y sosiego brilla por su ausencia. Me sucedió hace muchos años.
En cambio, entre el amor y la amistad mi juego inventado me lo pone difícil, pero tras segundos en los que dejo a mis impolutas neuronas decidir, me dan la respuesta y elijo la amistad.
He tenido multitud de buenos amigos en mi vida y con ellos he compartido momentos inigualables que han perdurado en mi esencia y me ayudaron a crecer. Qué risas y qué embriaguez de sensaciones destiladas con unas acompañadas gotas del más puro alcohol. Cuando hablo de amigos hablo de hombres y de mujeres y es que cuando estudié en la escuela, el plural de ambos géneros se escribía en masculino. Perdonen la antigualla.
Siento dejar al endiosado amor en segundo plano, pero la vida me ha enseñado que es algo que se termina, además del tiempo que, impoluto, martillea segundo a segundo.

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