martes, 11 de enero de 2011

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Evidentemente, no me llamo John K. Mulligan. Nadie puede llamarse así. Es cursi, pretencioso, e incluso poco original; sobre todo lo de la K. Pero, no seré yo quien desvele mi original y sorprendente nombre. Así que, a partir de ahora, pueden conocerme como JKM o Mulli o como les dé la real gana. Al fin y al cabo, no me voy a enterar nunca.
Pero, en cambio, sí quiero hacer una leve presentación de mi persona.
Nací en… pongamos… Asturias. Nací en… repongamos… mil novecientos... Soy el quinto hijo de una familia de muy dulce abolengo. Soy el último. Desconozco por qué.
Mamá me adoraba. Papá me idolatraba. ¿Los chaches? pues de todo un poco; una me quería, otro me descubrió tarde, otro me pegaba y la otra creció conmigo. Buena gente.
Mi carácter es agrio, perfeccionista tirando a malo, irónico, sarcástico, sardónico, tengo una buena alma y muy pocos principios, aunque los que poseo están bien asentados. Bien criado pero con infructuoso resultado. En definitiva, uno más dentro de esta estirpe.
Ah, por cierto, soy géminis. Lo de la dualidad no es que se me perciba en ocasiones, es que a veces me veo doble en los espejos. Soy el yin y el yang, la sandía y el melón, la primavera y el otoño. Me encanta hablar de mí.

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