martes, 11 de enero de 2011

17

Ha llegado la hora de presentar a mi alter ego, la persona que me acompañó durante casi sesenta años y que ha sido el soporte principal que ha permanecido inalterado a mi lado frente a los vaivenes de la vida.
Will se parece bastante a mí, aunque es más guapo, más alto, más fuerte, con más hermosa voz y mejor persona que el que suscribe. Creo que no se ha enfadado nunca en su vida y menos en la mía. Nos conocimos en los Estados Unidos, de insulsa manera que no viene al caso, pero siempre me pareció un tipo de lo más interesante.
Durante la primera mitad de su vida, no fue un joven afortunado, pero no por ello dejó de lado su sorprendente entusiasmo. Es increíble las malas jugadas que el destino, la vida, la suerte o no sé qué le tiene preparado a ciertas personas y lo óptimamente que éstos lo asumen. O llevan sus males en soledad o realmente piensan que no son tales sino barreras que deben traspasar o incluso derribar.
Will era uno de ellos. Supongo que si a mí me hubieran puesto la mitad de los obstáculos que a él, mi pusilánime ánimo ya habría renunciado hace rato. En cambio,  él, con su triste sonrisa perenne, nos hacía a todos el camino más practicable.

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