martes, 11 de enero de 2011

26

Fue Anne, quién si no, la que me convirtió en un géminis de adopción y no porque ella quisiera sino porque tanto lo sufrió que me lo remachaba una y mil veces. Me encanta la astrología y he tenido amigos distinguidos en este campo, auténticas eminencias, que no sólo han dado clases en la universidad sino que incluso han escrito libros sobre este fantástico mundo y sírvame la polisemia del término en esta ocasión.
Pero de horóscopos y esas tontadas ni sé, ni me esforcé en progresar. Por lo visto, al nacer en febrero caí en los designios de acuario, que para mí es lo mismo que los otros. Bueno, que los otros no, porque géminis desde que me lo impusiera Anne, se ha convertido en un descalificativo transformado.
Ella, que me conocía, como nadie, también mi sufrió mi ambivalente proceder y de ahí la marca. Fue ella quien, anticipando mi irascible carácter, quedaba mal con otros disculpando mi comportamiento. Fue ella quien, protegiéndome con su coraza de corazón, reía mis gracias cuando tocaban y lloraba en silencio cuando no podía comprender los motivos de mi desigual actitud.
Para Anne fui un auténtico géminis y, por recordarla, ahora me encargo de que todo el mundo lo sepa. Supongo, y espero, que el humor resista aún por algún resquicio de mi espíritu.

No hay comentarios:

Publicar un comentario